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"Y yo seré para ella una muralla de fuego en derredor, y gloria seré en medio de ella" (Zacarías 2:5)

Aug 15, 2007

ARTICULO

Haciendo florecer el desierto del Néguev

Jerusalem Report

A menos de veinte kilómetros al sur, en Sde Boker, se encuentra la sepultura del primer Primer Ministro de Israel, David Ben Gurión, el santuario secular de su grandiosa visión de convertir el Néguev en el corazón de Israel. Ben Gurión se hubiese complacido con los piscicultores, quienes durante el último año han utilizado los elementos del desierto para producir alimento.

El cinturón septentrional del Néguev, entre Kiryat Gat y Beersheva, es un testimonio de éxito. Una alfombra verde de trigo invernal cubre los campos de los kibutz y moshav, una cesta de pan creada con la irrigación y los resueltos esfuerzos de asentamiento en los últimos cincuenta años.

Y sin embargo, no es el desierto realmente lo que florece aquí, dice el profesor Uriel Safriel del Instituto Blaustein para la Investigación del Desierto, en Sde Boker. “Hemos convertido en un auténtico vergel las zonas semiáridas”, al Norte del desierto propiamente dicho, nos dice. “El resto lo hemos convertido en vergel de forma irregular”. El objetivo en los primeros años -nos explica- era “simplemente poner nuestras picas en todas partes en Israel. Lo que hicimos fue evitar que el terreno de pasto se convirtiera en desierto, transformándolo en tierras de cultivo”.

En una región como esta, nada tiene más valor que el agua. Y desde 1989, la comisión nacional de recursos hidrológicos bombea aguas residuales tratadas, procedentes de la planta de reciclaje de la región de Dan, llevándolas hasta los kibutzim y poblaciones donde se aprovechan para la irrigación de árboles frutales y verduras. Casi la mitad del agua que se utiliza en el Néguev, sorprendentemente, procede de esta fuente reciclada: ciento quince millones de metros cúbicos al año. Este volumen se va a duplicar el año que viene en cuanto se acaben de construir varios depósitos enormes, incluyendo el proyecto del Fondo Nacional Judío en la zona noroccidental de Besor.

Los agricultores del desierto están explotando también una fuente prácticamente inagotable de agua caliente y salobre, extraída de una antigua capa freática a unos mil metros de profundidad en el desierto. El agua fue descubierta hace unas dos décadas, pero en un principio se pensó que no se podía utilizar.

Este uso ingenioso del agua salobre y residual para cultivar productos agrícolas de alta calidad en el desierto es principalmente el resultado de una estación de investigación agrícola, creada en 1981 en Ramat HaNéguev, una amplia meseta al suroeste de Beersheva. Científicos e investigadores han desarrollado métodos para que las plantas soporten mejor la salinidad del agua y han encontrado técnicas que permiten cultivar productos de primera clase con agua de segunda clase.

Las piscifactorías son una parte esencial dentro del ciclo agrícola, como se puede observar en Kadesh Barnea, una comunidad aislada de veinticinco familias que cultiva sesenta mil peces de San Pedro en lo alto del desierto arenoso, en la frontera con Egipto.

Y lo que Ben Gurión proclamaba como “prueba definitiva”, “conseguir dominar las tierras baldas” en el Sur, porque “si el Estado no pone fin al desierto, el desierto pondrá fin al Estado”, ha sido superada. Quién teme ahora que el desierto nos invada, cuando Israel cultiva peces en él?
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