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"Y yo seré para ella una muralla de fuego en derredor, y gloria seré en medio de ella" (Zacarías 2:5)

Aug 31, 2007

ARTICULO

El enemigo de la Teshuvá

Rav Lior Engelmann

Por lo general, él se encuentra justamente en las personas virtuosas, que con su ayuda llegan a alcanzar logros importantes. Es muy querido por los maestros y los padres. Él existe por el simple hecho que el alma de la persona fue extraída de los elevados mundos espirituales, y no se conforma con todo lo que sea parcial. Es tan apreciado y valorado, hasta tal punto que es difícil de creer que justamente él – la aspiración a la plenitud, el perfeccionismo – se merece el apodo de "el enemigo de la Tshuvá (arrepentimiento sincero)". Con ayuda de él, la persona puede mirarse a sí misma y descubrir qué debe corregir, de qué errores debe arrepentirse – y a pesar de ello, él mismo le quita a la persona la clave de la Tshuvá, lo neutraliza y no lo deja arrepentirse sinceramente!.

El que aspira a la perfección no puede aceptar el ser falto, y no está dispuesto a arrepentirse paso a paso. Él exige una Tshuvá plena, sin ninguna carencia, de una vez!. Todo defecto que encuentra en sí mismo – incluso el más pequeño – no lo deja en paz. Mientras no ha llegado al éxito total – nada tiene valor a sus ojos. Cuando la persona no puede reconocer sus éxitos, y se mira a través de un espejo malvado - cuya cualidad es acentuar sus defectos - prontamente descubrirá que no es capaz de mantener su situación ni de corregirse. Cuando mira sus acciones no siente ninguna alegría de sus logros, y se comporta como Aman. Aman le cuenta a su esposa Zeresh y a sus amigos toda la gloria y la riqueza que ha alcanzado, pero termina diciendo: "Mas todo eso de nada me aprovecha, mientras yo vea al judío Mordejai sentado en la puerta del rey" (Ester 5:13). De momento que no es pleno, no tiene ningún valor a sus ojos. Así es para Aman – el perfeccionista en el mundo de los deseos – y así también, salvando las grandes diferencias, para muchos que desean la perfección moral-espiritual: Toda pequeña desviación de lo que les parece la plenitud en el culto a D's, anula totalmente el valor de las demás acciones, y les quita la dulzura de la alegría de sus obras.

Muchas veces le resulta difícil a la persona arrepentirse plenamente: Hay pecados de los cuales arrepentirse le parece una tarea demasiado difícil. Quizás en el futuro podrá hacerlo, pero ahora no tiene la valentía necesaria. Una persona como esa puede a lo sumo arrepentirse de las demás carencias, pero si se enfermará del síndrome del perfeccionismo, no valorará ese arrepentimiento parcial. Justamente la aspiración a la plenitud es la que le hace detenerse en su lugar, sin posibilidad de cambiar.

Frente a ese peligro, escribe el Rav Kuk: "No debe detenerse la Tshuvá, por ninguna causa – espiritual ni mucho menos material. Incluso cuando se da cuenta que todavía no se ha arrepentido de varias cosas – que no tienen ninguna justificación – de todas formas, debe hacer Tshuvá y alegrarse de todo lo que le fue concedido arrepentirse" (Meorot HaReaya, Ieraj HaEitanim).

A primera vista, se trata de una concesión: Se contenta por ahora con un arrepentimiento parcial. Pero en realidad, se trata de algo muy grandioso: No esclavizar su culto a D's a sus imaginaciones de aspiración de plenitud - que terminan por clavarlo en su lugar y no lo dejan avanzar.

Otro punto que es muy notorio entre los aspirantes a la plenitud, es la incapacidad de aceptar sus flaquezas con comprensión: Es incapaz de perdonarse a sí mismo sus derrotas. Una persona que se mira a sí misma de esa forma – con ojos que escupen el fuego de la exigencia – le será difícil vivir una vida de movimiento espiritual con alegría. Sin ninguna relación con la realidad, él se ve a sí mismo como un pecador y un ser despreciable, se adhiere a sí mismo una etiqueta de "derrotado" – incluso si el que lo mira por fuera piensa que se merece gran aprecio. Esa auto-crítica exagerada es como una barrera entre él y la capacidad de cambiar: El que no cree en sí mismo, de dónde tendrá fuerzas para arrepentirse?...

Escribe el Rav Kuk: "Cuando la persona hace Tshuvá por amor, debe perdonarse a sí mismo todos sus pecados, de la misma forma que debe hacer las paces con su amigo cuando se trata de pecados que cometió para con él, para que le sea purgado. Y después que a sus propios ojos se vea purgado y limpio del pecado, será merecedor que del cielo sus pecados se transformen en méritos" (Meorot HaReaya, Ieraj HaEitanim).

Cuando analicemos profundamente, descubriremos que por lo general la aspiración a la plenitud es una expresión del recogimiento de la persona en sí misma. Hay que liberarse y llegar a una plenitud distinta, que marcha paso tras paso tras la voluntad de D's, lentamente.
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