shomer yisrael - שמר ישראל

"Y yo seré para ella una muralla de fuego en derredor, y gloria seré en medio de ella" (Zacarías 2:5)

Jul 20, 2007

El Gran Templo de Jerusalén


Tziviá Kusminsky


En el Tratado de Sucá figura:

“Estudiaron nuestros sabios: quien no vio simjat beit hashoebá (días de sucot) no vio nunca alegría verdadera, quien no vio a Jerusalem en su esplendor no vio nunca una gran ciudad, quien no vio al Gran Templo erigido no vio nunca una construcción preciosa...” (Tratado de Sucá, 50b)

De acuerdo a esta descripción de nuestros sabios, no ha habido días de esplendor y júbilo como la época en que el Gran Templo se encontraba erigido. La shejiná (presencia divina) se encontraba presente, al menos en el primer templo, y el ciclo de vida judío giraba alrededor de esta gran maravilla. Cierre los ojos e intente imaginarse lo siguiente: El día comenzaba temprano con el korbán hatamid (sacrificio diario) y la gente llegaba y entregaba las distintas ofrendas. Se acercaban entre otros, gente impura por muertos, aquellos que pecaron y madres que traían su ofrenda luego de dar a luz.

Asimismo, mientras que los sacrificios eran realizados, se escuchaba el acompañamiento melódico de los Leviim, quienes entonaban su canto acompañado de instrumentos musicales, dando así un aire especial al acto. A diferencia del desierto, donde tan solo Aharon y sus hijos servían, gracias a Dios, los Cohanim proliferaron y fueron tantos que comenzaron a dividirse en turnos. En consecuencia, cada turno servía tan solo una semana al año y el resto del mismo estudiaba y enseñaba Torá. Cuando llegaban, iban a la llamada Cámara de Pinjás el vestidor, donde recibían las ropas sacerdotales, cada uno de acuerdo a su talle y se preparaban así para servir a Dios.

Los días más importantes, por supuesto, eran los días festivos, en especial las fiestas de peregrinación: sucot, pesach y shavuot, donde todo el pueblo se reunía y traía sus ofrendas. En la fiesta de sucot, tenía lugar Simjat Beit Hashoeva, donde un ambiente especial era sentido. En el tratado de Sucá se cuenta:

“Dijeron sobre Raban Shimón ben Gamliel, cuando estaba alegre por simjat beit hashoevá tomaba ocho antorchas, tiraba una, agarraba otra sin que cada una se toque con la otra. Y salta hacia el suelo y se apoya sobre sus dedos gordos y se levanta nuevamente y no hay hombre en la tierra que pueda hacer como El” (Tratado de Sucá, 53a)

Asimismo, es en esta fiesta en que todo el pueblo se juntaba para Hakel, en la salida del séptimo año, el rey leía la Torá para todo el pueblo. Hombres, mujeres y niños asistían. En la festividad de pesaj, todo miembro del pueblo debía llegar a Ierushalaim. La ciudad se preparaba para tal especial acontecimiento, los caminos eran arreglados, hornos eran preparados en las calles para asar el sacrificio y todo aquel que tenía animales y se encontraba en la zona los acercaba al Beit Hamikdash para que aquel que venía de lejos pueda comprarlos en cuanto llegue a la ciudad.

Una mitzvá muy importante, la cual se cumplía en esa noche, era la de hachnasat horjim (el ingresar visitas). Dado que el sacrificio debía ser comido en forma completa en esa misma noche, que no podía consumirse fuera de las murallas y que la mayoría de la gente llegaba de lejos, era central que todo aquel que vivían en Jerusalem, abra su hogar para los distintos peregrinos. Si en este momento se están preguntando cómo es que todo el pueblo encontraba lugar en el Beit Hamikdash y en especial en donde pasar la noche en Jerusalem, ya la mishná en el Tratado de Abot nos responde:

“Diez Milagros le hicieron a nuestros antepasados en el Beit Hamikdash...se paran apretados y se prosternan con lugar...y no dijo uno a otro no tengo lugar donde dormir en Jerusalem” (Tratado de Abot, 5:7)

Sin embargo, lamentablemente y por culpa de nuestros pecados, el Gran Templo ha sido destruido, y toda esta alegría no somos meritorios de sentirla. En el tratado de Jagigá figura: “El primer templo ¿Por qué fue destruido? Por tres causas: idolatría, derramamiento de sangre y relaciones prohibidas... pero en el segundo templo estudiaban Torá, cumplían Mitzvot y hacían actos de beneficencia (justicia social) ¿por qué se destruyó? Porque había odio gratuito, esto viene a enseñar que el odio gratuito es equivalente a los tres primeros pecados” (Tratado de Ioma, 9b)

Gracias a Dios, hemos comenzado a retornar a nuestra tierra y a reconstruir nuestro reinado. El Beit Hamikdash aún no ha sido reconstruido, y todo momento en que no es reedificado significa que aún no hemos corregido los errores por los cuales fue destruido. El odio gratuito no ha sido completamente eliminado y aún hoy seguimos divididos en forma artificial, es decir que no solo no pensamos en forma similar, sino que asimismo no nos respetamos el uno al otro.

Quiera Dios que nuestro retorno a Israel sea pronto completo, que se construya el Beit Hamikdash en nuestros días y que abunde el amor y el respeto dentro de nuestro pueblo.
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Tziviá Kusminsky es la editora de la edición en español del boletín Correo Shavei Israel.